La información que tenemos acerca del futuro con la inclusión del metaverso es cada vez más creciente y las opciones con las cuales podemos interactuar dentro de él se abren constantemente, no escapando de ello el área de la ciencia y por supuesto la investigación. Es nuestra función adaptar los conceptos a ser utilizados en esta nueva realidad alternativa “inmersiva virtual” como una opción para emprender trabajos de investigación en espacios virtuales donde todos podamos participar, no importando condiciones sociales, tiempo ni distancia, acabando con las barreras geográficas, ya que la posibilidad que nos brinda poder relacionarnos en la misma mesa de trabajo con los mejores es infinita, a la vez que surge como una manera atractiva y dinámica de realizar el proceso de enseñanza.
Esta nueva realidad ya la tenemos a las puertas de casa, con cambios cualitativos y cuantitativos que han ido evolucionando exponencialmente en las últimas dos décadas, aceleradas con el advenimiento de la pandemia del coronavirus, lo que hace de suma importancia migrar hacia la educación digital (Entornos Virtuales de Aprendizaje), enfocada al uso de sistemas alternativos de investigación de calidad y manejo de la tecnología que ayuden a la globalización y el acceso de la misma en lugares remotos, ya que al estar en un espacio multimedia, podemos favorecernos de la asincronía y la ubicuidad que nos brinda. Esto nos llevaría a un aumento en la demanda y al punto que nos compete, de la producción científica, permitiendo que más personas se conviertan en valiosos colaboradores.
Así surge la necesidad de beneficiarnos del uso del metaverso en la educación e investigación científica, lo que dibuja un panorama prometedor al recrear aulas 3D en donde cada una de las partes puedan desenvolverse de manera virtual haciendo uso de toda la tecnología al alcance; por otra parte el aprendizaje digital, creando espacios para la realización de experimentos prácticos que aporten más y mejores resultados al proyecto de investigación, así como poder hacer las discusiones de los mismos de manera interdisciplinaria, lo que enriquece el aporte al paciente y en última instancia a la sociedad.
Es de hacer notar, que esto no trae implícito el abandono de la comunicación directa presencial entre los implicados en el proceso, siendo indispensable la supervisión de todas las etapas y la evaluación de los resultados finales obtenidos mediante el uso novedoso de la tecnología, dando así una retroalimentación para detectar los aspectos positivos y negativos del mismo que cumpla con las expectativas requeridas.
De ésta manera, invitamos a sumarnos en la búsqueda de herramientas virtuales alternativas para la enseñanza moderna y sus diversas aplicaciones en la investigación, avanzando al siguiente nivel de desarrollo que nos equipare a los estándares mundiales.
Dra. Judith Layas Pinto
Comité Editorial